PASIÓN APOCALÍPTICA

CAPÍTULO 1. EL DESPERTAR

Esa mañana cuando abrí los ojos, lo primero que pude vislumbrar fueron unos rayos de luz que comenzaban a dejarse notar por cada agujero de la persiana de mi cuarto. Parecía un día normal, pero lo que me esperaría más adelante nadie podría imaginarlo...
Me dispuse a incorporarme, como cada mañana, sentándome en el borde de mi cama y arropando los muslos de mis piernas con la manta, ya que era invierno y el frío era evidente en toda la casa. Cuando miré el móvil no podía creer que fuera tan temprano, exactamente las 7:00 de la mañana. Era sábado, por lo que no tenía que madrugar ese día, pero algo no me dejaba continuar mi sueño, tenía en el cuerpo un presentimiento que no daba muy buenas vibraciones.
Me levanté finalmente, para ir al servicio, que es lo primero que hago al despertarme, y después me dirigí a la cocina para prepararme un buen desayuno, ya que me levanté con bastante apetito. Me resultó extraño no ver a mi gato merodeando alrededor de mí como cada mañana, y más extraño aún que no hubiera sido él mi motivo de desvelo. Entonces, cuando ya me he calentado un vaso de café y cogido unas galletas para acompañarlo, fui hacia el salón, me senté en el sofá y encendí la televisión.
- ¡ Vaya basura de televisión! - Dije con mal humor al ver que se encendía pero no transmitía nada ningún canal.
- ¡ ya se ha estropeado! se veía venir...- Entonces apagué el televisor y me comí el desayuno con bastantes ganas.
Cuando fui a dejar el desayuno llené una botella de agua, ya que la noche anterior había bebido unas cuantas cervezas, y la sed que me provocaba a la mañana siguiente era tremenda. Caminé hacia mi habitación, dispuesta a fumarme el habitual cigarrillo de liar que cotidianamente seguía al desayuno, pero cuando estaba por el pasillo otra cosa me resultó extraña... todas las puertas de las habitaciones estaban cerradas...
Yo vivía con mi abuela y con mi gato, en un piso cerca de Atlanta, y me resultó muy extraño que ninguno de los dos se hubiera levantado antes que yo, como era habitual normalmente. Entonces cuando abrí la primera puerta, encontré a mi gato maullando, como si llevara toda la noche allí encerrado...
- ¿Tanto bebí anoche?- me pregunté al no recordar dormir con mi gato.
Cuando llegué a casa serían las  3:00 de la mañana, había estado con unas amigas desde las diez de la noche que fuimos a cenar fuera, y luego bebimos unas cervezas en el coche, ya que ese viernes debido a una gripe que llevaban comentando toda la semana por televisión, nuestra taberna de confianza donde solemos ir a pasar el rato los fines de semana había cerrado por motivos familiares.
Entonces me dispuse a mirar en el cuarto de mi abuela, en cierto modo me daba algo de cosa abrir la puerta, porque la noche anterior después de cenar, ya que ella lo hace a unas horas mucho más tempranas que las mías, supongo que manías de personas mayores, se fue a dormir porque decía que no se encontraba muy bien, que habría cogido frío porque se notaba como si fuera a pasar una gripe. Por este motivo, supongo que cuando regresé a casa de madrugada cerraría la puerta para que no se despertara y pudiera descansar.
Poco a poco fui abriendo esa puerta, que por muy despacio que lo hagas suenan los crujidos exageradamente, al tratarse de un piso bastante antiguo. Pude entrever que seguía acostada en su cama, por lo que la volví a cerrar para que pudiera descansar, mientras yo me fui a mi cuarto finalmente a fumarme ese cigarro que había dejado pendiente. Me puse a hacer la habitación y recoger un poco la casa, por lo que cuando miré nuevamente el reloj ya eran las 10:00. Me extrañó que mi abuela no se hubiera despertado todavía, ya que a esas horas siempre estaba haciendo cosas por la casa o viendo algún programa en la televisión. Entonces fui hacia su cuarto, para ver si se encontraba bien o necesitaba algo, pero jamás imaginé que me encontraría una cosa como la que vi...
Al abrir la puerta, mi abuela seguía tumbada en la cama, y yo asustada me acerqué a ella para ver que sucedía.
- ¿Abuela estás despierta?- La dije con la voz entrecortada por el miedo de que ocurriera algo.
No obtuve respuesta, por lo que me aproximé hacia uno de los lados de la cama, ya que ella estaba de lado y solo podía ver su espalda desde la puerta. Cuando vi su cara tenía los ojos aún cerrados, por lo que la toqué uno de los hombros sutilmente con un ligero balanceo de mano y la volví a llamar.
- ¿Abuela estás bien?- En este caso tampoco obtuve respuesta.
- Abuela por favor contéstame... - las lagrimas comenzaban a caer por una de mis mejillas, la cual se notaba ardiendo de la situación que estaba viviendo en esos momentos.
El balanceo que antes era sutil, se convirtió cada vez en un movimiento más brusco, intentando que despertara... pero no sirvió de nada. Rompí a llorar encima de ella sujetando una de sus manos, la cual estaba congelada como un cubo de hielo. El gato, curioso se aproximó hacia la escena para ver que estaba ocurriendo, pero de pronto al acercarse a mi abuela se le erizó el rabo como pocas veces le he visto, ya que es un gato muy tranquilo y poco asustadizo. Mi expresión se paralizó cuando le ví echar a correr para esconderse debajo de mi cama, ya que se adentró en mi cuarto como alma que lleva el diablo. De pronto, un sonido, como una respiración brusca, procedía del cuerpo de mi abuela...
- ¿Abuela?- pregunté en voz baja con cierto miedo, y un presentimiento que no me gustaba nada.
Sus ojos se abrieron, pero esta vez su mirada no era la misma de siempre, sus ojos tenían un tono amarillento, y su cara estaba más pálida que nunca. Empezó a intentar incorporarse y venir hacia mí, pero yo salí corriendo hacia la cocina, en un acto-reflejo por el miedo que me impuso esa situación. Cogí el cuchillo más grande que tenía en la casa, y empuñándolo me dispuse a caminar sigilosamente al cuarto del que había salido corriendo del mismo modo que lo hizo mi gato minutos antes. Ya no había nadie ahí, pero los gruñidos cada vez eran más fuertes y cercanos. Cuando me dí la vuelta noté como una mano me agarraba la bata con fuerza.
- ¡Esto no puede estar pasando!- gritó mi voz interior en un intento de recobrar la cordura y adentrarme en la realidad del ambiente.
Mi abuela no era mi abuela, su expresión era muy diferente, y su cara estaba muy cambiada. Cuando vi que abría la boca acercándose a mí, no podía creerlo, intentaba morderme... En ese momento e intentando apartarme de ella como podía su boca cada vez estaba más cerca de mi brazo izquierdo, cuando en un acto-reflejo y confusa por el miedo mi brazo reaccionó clavando ese cuchillo que estaba empuñando en el cráneo de la que hasta ese momento había sido la persona más importante de mi vida...

Zombies. Good. Continue it.